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El Jueves Santo de 2006 la redacción de HOY en Cáceres recibió una llamada singular. Un vecino denunciaba que una conocida podría haber sido asesinada por su hermano. Lo sospechaba porque esta mujer, residente en Aldea Moret, llevaba meses desaparecida. Los periodistas de este medio informaron a la policía y días después se supo dónde estaba la desaparecida, emparedada en su propia casa.
«Los vecinos de Aldea Moret llevaban meses echando de menos a su vecina, una mujer querida por muchos residentes de este barrio de Cáceres, vecinos que sabían de sus discusiones con su hermano, delincuente habitual ampliamente conocido por la policía. A las tres menos cuarto de la tarde de ayer (1 de abril) sus amigas de escalera vieron cómo operarios de una funeraria la sacaban de su casa muerta, envuelta en un plástico azul».
Así arrancó el periodista de HOY Sergio Lorenzo su crónica del 2 de abril de 2006. El titular rezaba: «Detenido en Cáceres un hombre acusado de matar y emparedar a su hermana».
Los conocidos de la desaparecida la echaban de menos desde hace cuatro meses. Le preguntaron a su hermano por su paradero y este argumentó que ella se había marchado a Italia a desintoxicarse, ya que consumía drogas.
La fallecida había sido encontrada en una habitación al fondo del piso social del que ella era titular, en un bloque de la calle Ródano de Aldea Moret. Su cuerpo estaba escondido tras un tabique anexo a la pared, en un habitáculo de 110 centímetros de largo por 55 de ancho y 60 de alto hecho de ladrillos.
Ella, de 44 años, vivía sola en esta vivienda, pero su hermano pasaba algunas temporadas con ella. El hombre, de 42 años, tenía varios antecedentes penales por robo y tráfico de drogas que salieron a la luz tras su detención. También se supo que había escrito dos cartas a la madre de ambos haciéndose pasar por su hermana durante el tiempo que estuvo desaparecida.
Días después se supo que también había sido detenida la novia del hermano, una mujer de 36 años que también vivía por temporadas en la misma casa de Aldea Moret. Se la consideraba coautora de los hechos. La duda era cómo murió la mujer antes de ser emparedada en su propia casa.
Tras las detenciones los arrestados declararon y reconocieron haber escondido el cuerpo, con distintas versiones, pero negaron haberla matado. En concreto el hombre afirmó que se encontró muerta a su hermana el 8 de diciembre de 2005, durante el puente de la Inmaculada. Él había faltado de la casa tres días y al volver encontró el cuerpo. Según su versión llamó a su novia y entre ambos decidieron emparedarla en una habitación que no usaban. Ella, sin embargo, afirmaba que todas las decisiones habían sido tomadas por él.
En cuanto al móvil, se especuló con que la pareja escondiese el cadáver para seguir cobrando una pensión, pero enseguida se confirmó que la fallecida carecía de este tipo de ingresos. El único beneficio aparente es que el piso social estaba a nombre de la mujer y, a su muerte, no podría conservarlo su hermano. Pero no se desveló si este era el objetivo.
La versión de los detenidos cambiaba notablemente los cargos a los que podían enfrentarse. Si el informe forense descartaba el homicidio, la pena por esconder el cuerpo podría quedarse en una multa o en un delito de estafa por pretender quedarse un piso social de forma irregular.
Los siguientes indicios para resolver el caso llegaron en el mes de mayo. Entonces se supo que la ropa de la víctima no presentaba indicios de una muerte violenta, no había manchas de sangre o marcas de cuchilladas. Entonces los dos detenidos ya estaban en libertad condicional con la única obligación de comparecer los días 1 y 15 de cada mes en los juzgados.
Todo indicaba entonces que, si el informe forense confirmaba la falta de violencia, el caso quedaría archivado. Sin embargo en junio el suceso dio una vuelta. El marido de la fallecida, que estaba cumpliendo condena en la prisión de Cáceres, escribió una declaración al juzgado que investigaba la muerte de su mujer.
En su declaración insistió en que su mujer, como se especulaba, no murió por una sobredosis de drogas. Aseguró que la fallecida sufría agresiones de su hermano, que incluso le vio marcas en los vis a vis y que ella se lo confirmó. En su testimonio incluso afirmó que había hablado con el hermano en la cárcel y le dijo: «Cuñado, perdóname, fue por un pico».
Hubo que esperar hasta octubre para tener la respuesta que los vecinos de Cáceres llevaban esperando seis meses. El informe forense reveló que la mujer había fallecido por una parada cardiorrespiratoria que pudo ser provocada por droga.
El Instituto de Medicina Legal, además de la autopsia, pidió pruebas a laboratorios especializados de Madrid y Sevilla. El informe que remitió al juzgado resaltaba que, debido al avanzado estado de descomposición, era complicado establecer con precisión la causa de la muerte, «no obtante los estudios y hallazgos nos permiten excluir la existencia de lesiones traumáticas derivadas de fracturas, arma blanca o de fuego, y nos sugiere considerar el consumo o abuso de drogas como interviniente, de forma directa o indirecta en el desencadenamiento de la muerte».
El caso quedó archivado unos días después por orden del juzgado y así terminó el caso.
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