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A las cinco y media de la tarde del miércoles 28 de mayo, el bullicio y la aglomeración de personas llenan la esquina de Virgen ... de Guadalupe y Clara Campoamor. En esa intersección de dos de las principales arterias de la capital está el restaurante Alcaraván. Ha sido el lugar elegido por algunos empleados públicos del Múltiples para celebrar la preferia de día. Es un negocio que dispone de una amplia terraza, con todos los servicios, uno de los locales de moda, pero que se ve limitado por un problema que no es solo suyo: la falta de personal en el sector. Un cartel lo explica al detalle: necesitan un ayudante de cocina y un camarero. Ese tipo de mensajes se ha convertido en habitual, tanto en el paisaje urbano de los propios negocios como en redes.
Casi dos de cada ocho ofertas de empleo en la ciudad en el portal Extremadura Trabaja tienen relación con la hostelería. Camareros, pinches, ayudantes de cocina, cocineros... están muy demandados, aunque los establecimientos sufren limitaciones para conseguirlo. La falta de mano de obra en el sector, curiosamente, se está resolviendo con una reorganización, cierres a determinadas horas o algunos días.
«Es que parece que ahora todo el mundo quiera ser un gran chef. Se ha perdido el orgullo de ser camarero o cocinero como ocurría en los años 70 u 80», analiza César Martín Clemente. Es el propietario del restaurante Alcaraván y a la vez presidente de la Asociación Empresarial Cacereña de Hostelería y Turismo (Aecahtur). Este veterano empresario sufre en sus carnes las falta de profesionales, aunque el informe de trabajo de Cáceres para 2024 en el Observatorio de las ocupaciones atribuía a Cáceres casi 2.500 demandantes de empleo en hostelería. De hecho, se hicieron más de 17.000 contratos. Además, según el último boletín del mercado de trabajo en la ciudad, los camareros asalariados son la segunda ocupación con 3.400 contratos, solo superada por personal de limpieza en oficinas y hoteles con casi 3.700.
César Martín Clemente
«El problema es que esta profesión es muy sacrificada. Hay que trabajar en ferias, en Navidad, en verano, cada vez que hay fiesta... Y la gente quiere otra cosa, más comodidad», resume José María Caballero. Es el gerente de La Cafetera, en la zona de los Obispos. Para reforzar plantilla en estas ferias tira de familiares y conocidos. Asume que de otra manera es complicado. En su caso, ya ha reducido la actividad. Cierra antes y ya no abre los sábados por la tarde ni el domingo.
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César Martín Clemente admite que ante la falta de personal en los negocios «se está cerrando más días», con una reorganización de horarios. A pocos metros de su negocio luce otro cartel en el que la competencia también está buscando cocineros y camareros. «Los salarios son adecuados, según convenio. Son 14 pagas y un profesional puede cobrar con horas extra más que un médico MIR. El problema es que ha dejado de ser una profesión valorada. Ni los universitarios, que antes se ofrecían para ganar un sueldo y pagarse sus gastos, quieren trabajar en esto», reseña el presidente del sector.
En la web municipal de Juventud se publican también ofertas. Seis de las 30 últimas son de hostelería, incluida la de ayudante de cocina en un hotel. El salario, 1.300 euros brutos. Trabajo a destajo, jornadas partidas y bajos salarios son argumentos que esgrimen muchos interesados para buscar fuera de la hostelería la calidad de vida que esta no les ofrece.
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